Violencia Social

“La otredad como valor, para no estar en banda”


Se reiteran en noticias nacionales y locales hechos de violencia que ponen en el centro de escena a jóvenes y adolescentes como víctimas y victimarios. Sin embargo, iniciar una comprensión de esto, requiere desentrañar los componentes sociales y culturales que están en sus raíces.

¿Qué sucede en estos últimos tiempos?

No son bandas, son, quizás, jóvenes de una generación que hemos dejado“en banda”, faltos, por un lado, de nociones firmes de respeto y de valoración por el “otro”; y, por otro lado, huérfanos de una red sólida de soporte institucional.

En antropología se utiliza, como herramienta teórica, el concepto de “Construcción de la Otredad”, que de hecho sucede en la vida cotidiana. La otredad es percibida y construida como lo peligroso,lo carente de valor y, por tanto, despreciado por el sólo hecho de ser “diferente”.

El discurso del odio sostiene y reproduce una forma, negativa, de construir la Otredad con la cual convivimos. Tomar conciencia social de esta peligrosa forma de construir al otro es el punto de partida necesario cuyo objetivo es “deconstruir” esa práctica social profundamente arraigada en nuestra cultura, que no hace más que agudizar los daños en nuestro tejido social.

Es imprescindible desnaturalizar el discurso de odio y desprecio desde una falsa superioridad ética y moral. La discriminación se forja, se sustenta y se ejerce como violencia simbólica: los chistes, mitos y estereotipos sociales van construyendo creencias que refuerzan imaginarios negativos y refuerzan también idealizaciones de pertenencia.

En los últimos días recordaba la lectura de “Chicos en Banda”, un trabajo de investigación sociológica llevada adelante por Silvia Duschasky y Cristina Corea que genera reflexiones en varias direcciones y oportunamente pueden ser traídas como recursos de análisis.

¿Qué rol puede cumplir el Estado? ¿Las familias como principal centro de socialización? ¿Los medios de comunicación? ¿Las instituciones intermedias?

Quizá asumir la responsabilidad de generar hechos y prácticas que tengan como eje el respeto y el valor por el otro.

Quizá sea una forma de empezar a no “dejar en banda” a quienes ya expresamente lo están. Quizá sea una manera de asumirnos como parte de una sociedad que necesita cambiar. Que busque justicia y no venganza. Que respete y no simplemente tolere. Que busque igualdad y genere oportunidades.

Que no haya generaciones “en banda”, depende y demanda asumir el compromiso hoy.

Maia Martinich

Licenciada en Trabajo Social. UNC

Diplomada en Salud Pública, Violencia familiar y Equidad de Género

Diplomada en Seguridad Social

Maestranda en Antropología social