TERREMOTO ELECTORAL: MILEI

 

Por: Sebastián Tassart


El resultado electoral de las Primarias Abiertas, Simultáneas y Obligatorias (P.A.S.O.), provocó un terremoto de fuerte magnitud en el escenario político de la Argentina. Con los números finales en la mano, tras un largo escrutinio provisorio, que recién entrada la noche del domingo puso guarismos claros en conocimiento de la ciudadanía, dejó de manifiesto múltiples lecturas y análisis a tener en cuenta hacia adelante.

 

La contundencia del triunfo, por lo inesperado, del candidato libertario Javier Milei, que irrumpió en su debut electoral a nivel nacional con poco más del 30 por ciento de los votos, interpela a toda la clase dirigente tradicional de nuestro país. Es un sacudón que nadie, al menos así parece, esperaba; sin embargo, reúne en sí el hastío y hartazgo de un importante sector de la sociedad argentina, que hace 40 años viene tragándose sapos con una ininterrumpida sucesión de fracasos y desilusiones cual círculo vicioso sin final.

 

Este outsider de la política, con su discurso disruptivo, anti-sistema, ha sabido calar hondo en 1 de cada 3 ciudadanos que concurrieron a emitir el sufragio el domingo pasado. No es un simple fenómeno para menospreciar ni subestimar en modo alguno. Tampoco es el nacimiento de una nueva vertiente ideológica con el formato tradicional.

Es un combo de muchos factores que se conjugan para amalgamar la bronca, la decepción, la falta de esperanza que muchos compatriotas sienten y sufren en un silencio por demás llamativo, pero no por ello para dejar de tener en cuenta. La paciencia de la gente tiene un límite, tomen nota los señores políticos tradicionales, para que tengan en cuenta que la cuerda no se puede estirar indefinidamente. Por algún lado siempre se corta. Esto también aplica para el mismo Milei.

 

Hay pocos triunfadores del resultado del domingo. Me atrevo a decir que solo uno: el ganador; si hay muchos derrotados y de mayor o menor intensidad por cómo se lean los números de las elecciones. Como así también hay muchas causas que llevaron a este escenario. Las iré exponiendo manera sucinta.

 

Economía. El cada vez mayor deterioro y empobrecimiento de grandes franjas de la población, merced principalmente de la ¿mala praxis? ¿desidia? de los sucesivos gobiernos democráticos, vienen preanunciando una tormenta perfecta de inflación, recesión, desempleo, pérdida de nivel de vida, que cada vez nos van llevando a ser un país del cuarto mundo, dado que nuestros vecinos siguen perteneciendo al tercero, mientras nosotros descendemos de categoría.

 

El sistema imperante en nuestro país, castiga brutalmente al que trabaja y anda por derecha. A todo aquel que se levanta a la mañana buscando ganarse el pan con dignidad y se resiste a tener que verse empujado a vivir de la dádiva pública. Ese ciudadano que siente que es el buey que tira del carro y consecuentemente recibe todos los latigazos. Quien vive de un sueldo, observa con impotencia como su ingreso mensual se le licua entre los dedos. Corre apenas tiene un peso a comprar lo que pueda, como sea y de la manera que mejor venga. Alimentos, electrodomésticos, o viajes según sea el margen monetario de que dispongan. La gente huye del peso, como si fuera la peste. El que trabaja de manera independiente, asiste a la paradoja que si labura se funde. El que comercia con bienes no sabe a qué precio va a reponer el stock y en el mejor de los casos ganó poco o salió hecho, y en el peor perdió plata, o sea se descapitalizó.  Quien presta un servicio ve mermar su ganancia por la variación de costos en el proceso del desarrollo de su actividad.

El que puede compra dólares, un televisor, una heladera, lo que sea que conserve el valor de su dinero. Un país sin moneda en lo económico, es equivalente a un país sin normas en lo jurídico.

 

La falta de expectativas de crecimiento y progreso es el caldo de cultivo de la búsqueda de soluciones mágicas, en opciones políticas extremas, pero que ofrecen un horizonte de mejoría, más allá de su viabilidad y factibilidad.

 

Algunos pocos, muy pocos, que tienen con qué, se van del país buscando un horizonte prometedor en otras latitudes. La gran mayoría, silenciosa y sufriente, sigue remando en dulce de leche –del repostero que es más espeso– con un par de escarba dientes como única herramienta para hacer frente a un cuadro que se torna más complicado cada día.

 

Inseguridad. El incremento de los delitos de todo orden, combinado con una política de falso “garantismo”, siendo plausible decir que bajo el ropaje de “garantías y derechos” se esconde una doctrina abolicionista, es un cheque en blanco para que los hechos delictivos se multipliquen. Argentina se ha transformado en un país sin ley. Las fuerzas de seguridad se cuidan de actuar, dado que cualquier error lo pagan caro y en tiempo record.

 

El ciudadano común vive aterrado de salir a la calle, principalmente en los grandes centros urbanos, no sabiendo si cuando sale de su casa va a volver o en qué momento lo asaltan en la calle para robarle un celular y lo poco que lleva encima, con el riesgo de perder lo más valioso que es su vida porque se topó con un ladrón drogado y/o cebado que se la juega a todo o nada, sabiendo que en nuestro país se resuelve un escaso porcentaje de los delitos que se producen.

 

Corrupción. Mal endémico de décadas o tal vez siglos. Potenciado por la falta de sanción real de quienes se apropian de los recursos de todos. Rara vez va un político a la cárcel, por los fueros, y toda una serie de artilugios legales que buscan dilatar los procesos hasta la eternidad procurando que en el camino se aparten los magistrados intervinientes, entre otras medidas dilatorias.

Amparándose en los tan trillados eslóganes de “persecución política”, “law fare” y tantas otras patrañas discursivas en función de las cuales, buscan presentarse como víctimas de un calvario por el cual deben pasar por “defender los derechos de la gente”. 

 

Lo real y concreto, es que mientras la absoluta mayoría de la gente se empobrece, los políticos viven cada vez mejor. A ellos no les afecta la crisis, a pesar de que cobran sus sueldos en la misma moneda que todos nosotros. Si son tan genios para administrarse en pesos y poder progresar, evidentemente son egoístas por no aplicar tan geniales talentos en el manejo de la cosa pública y generar el desarrollo y estabilidad económica necesarios para lograr el bienestar general; o como dicen las matemáticas lo que sobra en un lugar es porque falta en otro. Me inclino por la última opción. Roban descaradamente y a la vista del público, es tal la impunidad que ni se cuidan de hacerlo solapadamente. Diría Jorge Lanata que no pueden explicar lo que tienen en blanco contenido en las declaraciones juradas patrimoniales, imaginen lo que está escondido.

 

ANÁLISIS DEL RESULTADO ELECTORAL DE CADA CANDIDATO Y FUERZA POLÍTICA

 

Haciendo una lectura fina de los guarismos resultantes de las PASO, podemos inferir varios puntos a exponer:

SERGIO MASSA. UNION POR LA PATRIA. El gran derrotado es el candidato oficialista, en su rol de Ministro de Economía ha demostrado una impericia extrema para contener las variables macroeconómicas. Es el ministro que llevó la inflación a tres dígitos en un año de gestión. Creció la pobreza, la indigencia y los indicadores sociales se han deteriorado notablemente.

 

El 73 por ciento de los que votaron le dijeron no al gobierno de ¿Alberto Fernández? Claramente recibió un cachetazo electoral que llevó al peronismo a ser por primera vez, en elecciones libres, tercero. Massa enfrenta varias cuestiones no solo las de gestión económica.

Debe lidiar con el kirchnerismo duro de prosapia izquierdista que hizo valer su expresión a través de la boleta de Juan Grabois, que con un millón de votos y el 5 por ciento se dio el lujo de marcarle la cancha, el mismo domingo, al exponer las diferencias ideológicas que tiene y mantiene con el ex ucedeista, ex menemista, ex duhaldista, hombre mil rostros y dos mil dobles discursos, el cual por estética y discurso viene a ser una especie de hibrido liberal reconvertido en kirchnerista por simple y pura especulación política y ambición de poder.

 

¿Es un muerto político? La respuesta es no. Lo peor que puede hacerse respecto a éste “profesional” de la política es subestimarlo. Si jugáramos a la batalla naval podemos decir que está averiado pero no hundido. Ha sabido reciclarse camaleónicamente muchas veces y tiene la habilidad de vender humo no solo acá sino en el exterior y ante los organismos multilaterales.   

Hay que reconocerle muñeca y temple. Eso no quiere significar eficiencia. Son dos cosas distintas. Todo indicaría, y subrayo el modo potencial, que el gobierno en cabeza de Massa tiene altas chances de ser derrotado. La pregunta es si llegará a segunda vuelta o queda fuera en la primera el 22 de octubre próximo.

 

HORACIO RODRIGUEZ LARRETA. JUNTOS POR EL CAMBIO. Buscó presentarse como la opción moderada y dialoguista de la oferta electoral y perdió. ¿Es errada su postura? Para nada, en un país normal. Lamentablemente, no somos un país normal. El mensaje de las urnas es contundente. Se reafirma la grieta y la gente quiere halcones y duros.

 

Apostó por generar un amplio consenso a través de una reformulación, de la hasta el domingo principal fuerza opositora, buscando generar una gran coalición en la que pudieran sumarse todos aquellos cuyo único requisito de ingreso fuera el compromiso con la república y las instituciones. En ese trajín intentó desplazar a Mauricio Macri como principal figura de la coalición en su condición de ex Presidente, postura que le valió la venganza silenciosa y perspicaz del ex mandatario, quién con paciencia calabresa se la juró y se la cobró. La  actitud de arrebatarle el micrófono y darle la espalda en el bunker de Juntos por el Cambio la noche de la elección, es un gesto que dice más que mil palabras.

 

PATRICIA BULLRICH. JUNTOS POR EL CAMBIO. Se jugó a presentarse como lo que es, en un discurso duro y sin dobleces hablándole al electorado que pide medidas “fuertes”, sin eufemismos.

 

En la pelea con Larreta, planteó el contrapunto entre alguien con coraje y firmeza, ella, frente a la “tibieza” de su contrincante todo condimentado por el cotidiano malestar de los porteños que todos los días padecen los piquetes y los cortes de calles alentados por el Gobierno Nacional y que el gobierno de la ciudad tolera con estoica paciencia, buscando evitar incidentes que terminen con un muerto, que sería el escenario ideal que anhelaría tener el gobierno nacional para endilgarle todos los males de la humanidad.

 

Con una trayectoria de militancia desde la cuna, linaje aristocrático familiar, devenida militante de la tendencia en los 70, al igual que Massa, tiene la habilidad de reconvertirse de acuerdo a los vientos dominantes en las distintas épocas. Estuvo con todos. Fue Ministra de Trabajo de Fernando de la Rúa, entre muchos ítems de su largo currículum. Sin embargo contó con la ayuda discreta y no tanto, a veces, de Mauricio Macri, para quién el triunfo de Larreta hubiese supuesto su definitivo desplazamiento del primer escenario.

 

El desafío que afronta Bullrich es sumamente complejo. La fuerza política que integra y la consagró su candidata tiene varios problemas por delante. Primeramente dejó de ser la principal fuerza de oposición. Milei mastica por derecha acusándolos de ser parte de la casta.

Ese tan renombrado rótulo con el cual se designa a la clase política por parte del libertario, asignándole el mote de kirchneristas de buenos modales. Les enrostra ser parte del problema.

A su vez debe salir a contener el voto moderado y socialdemócrata de radicales y electores que no quieren halcones quieren firmeza pero con dialogo. Ese 10 por ciento que obtuvo Larreta es determinante para cualquier escenario. Tres puntos te pueden llevar al ballotage o mirar la pelea final en noviembre –siempre y cuando no haya más sorpresas– desde la tribuna.

 

El problema de Patricia Bullrich es doble. Por un lado el riesgo de perder votos que tuvo Larreta. Por el otro el corrimiento de votos hacia Milei por razones de triunfalismo, por que adviertan que pueden ver al libertario con mayor solidez para llevar adelante el programa liberal que ambos promueven.

 

¿Está definido su destino? En absoluto. Sabe nadar entre los tiburones. Lo demostró plenamente durante su gestión al frente del Ministerio de Seguridad de la Nación en el gobierno de Macri. Tiene kilometraje de militancia y capacidad de recuperación. Hace un año atrás nadie hubiera apostado por ella. Quién suscribe tampoco. Todo indicaba que Larreta sería el candidato de Juntos por el Cambio.

 

JUAN SCHIARETTI. HACEMOS POR NUESTRO PAIS. El gobernador de Córdoba, obtuvo lo que buscaba. Aprobar el examen de las PASO y seguir en carrera.

Siempre fue consciente del escenario que enfrentaba entre medio de dos grandes coaliciones –a las que les endilga la responsabilidad de la “maldita grieta”– a lo cual se sumó el tercer bloque de referencia en la persona del ganador de las primarias.

  

Schiaretti busca convertirse en árbitro de una elección en la cual los 5 puntos que obtuvo se transformen en las figuritas necesarias para completar el álbum. Con 74 años de edad y cerrando un ciclo de 3 mandatos al frente de la provincia, su proyección apunta a tener un rol en un eventual gobierno de coalición a partir de diciembre.

 

Su olfato de zorro viejo lo impulsó a centrar su campaña en su terruño. Carente de estructura y base en los principales distritos, entre ellos la Provincia de Buenos Aires, se concentró en el centro productivo con un discurso orientado a tender puentes hacia el interior agro exportador con un resultado dispar. El aluvión violeta lo dejó segundo en su provincia.

 

Evidentemente, se muestra cierto desgaste por la continuidad del modelo que impulsa en Córdoba como heredero del ciclo iniciado por el fallecido José Manuel de la Sota en 1999. Los síntomas de lo expresado se evidencian en el resultado de la elección provincial que si bien le permitió consagrar al candidato oficial, el electorado cordobés le quitó la mayoría absoluta en la legislatura y por primera vez votó un Tribunal de Cuentas de la oposición.

 

El desafío de Schiaretti es el peligro que el voto útil en octubre le licúe lo obtenido. Votantes peronistas que ante un triunfo de Bullrich o Milei se corran a Massa por un lado; o bien votantes no peronistas que para evitar el triunfo de Milei o Massa cambien su elección hacia Patricia Bullrich.

 

MYRIAM BREGMAN. FRENTE DE IZQUIERDA. El voto de la izquierda es un voto duro, de convicción doctrinaria que oscila eventualmente entre el 2 al 4 por ciento.

 

Su desafío es mantener el nivel de ingresos del kiosquito con casi ninguna variación discursiva respecto a los dogmas marxistas, más allá de algún que otro maquillaje, el cambio de candidaturas como forma de darle frescura a la oferta que está orientada a mantener a su sector.

Se le abre un desafío interesante para crecer, pescando en las aguas de los votos de Juan Grabois, derrotado en la primaria del oficialismo nacional, buscando mostrar que la izquierda está ideológicamente con mayor cercanía en sus postulados que el tan denostado Sergio Massa, al cual le seguirán endilgando con fundamento que es un personero de la derecha infiltrado en el peronismo kirchnerista. Habrá que ver el 22 de octubre si la estrategia dio resultados concretos.

 

JAVIER MILEI. LA LIBERTAD AVANZA. El ganador de las primarias, es la sorpresa del momento. Se puede observar una ligera atenuación de su discurso, y aunque no le guste el teorema de Baglini siempre se aplica en cuanto a la moderación en la radicalización de las posiciones cuando se reduce la distancia de ser una opción de poder.

 

Sus posturas en muchos temas son polémicas. Es la forma de sacudir el árbol para hacer notar su presencia. Histrionismo aparte, hay una mezcla de convicciones ideológicas con un agudo e inteligente enfoque apuntado al gran sector de argentinos cansados de todos. La Casta, voy a barrer con los ministerios, la dolarización, entre otros anuncios de su programa de gobierno, buscan consolidar un kirchnerismo de derecha, teniéndolo como figura central cual líder religioso donde su palabra es indiscutible y quién se atreva a hacerlo es denostado y defenestrado de forma veloz y expeditiva.

 

Ha hecho una gran elección careciendo de estructura de fiscalización y militancia. Todo gira en torno a su figura extravagante y atípica. Al mejor estilo de Menem, a quién venera exageradamente, es un hábil e intuitivo estratega que busca calar hondo y lo ha logrado en sectores transversales por franjas de edad, nivel económico, educativo y pertenencia política previa.

 

Es quién ha “olfateado” por donde pasa la bronca y actúa en consecuencia sin ribetes ni dobles discursos. Busca emular a Trump y Bolsonaro y lo dice y asume decididamente. Quiere pelea, no quiere diálogo, al menos eso esboza durante la campaña. Su electorado es probable que lo siga apoyando sin fisuras en octubre.

Su desafío es sacarle votos a Patricia Bullrich con quien comparte la mayor similitud de propuesta y enfoque en materias como economía y seguridad. Durante años fustigó a Larreta tildándolo casi de comunista, de la misma forma que Trump hablaba de Obama, hasta 20 días antes de las elecciones donde hizo un giro de 180 grados y pasó a atacar furibundamente a la candidata de Juntos por el Cambio. Tal vez, advirtió que por ese lado es donde podía verse afectada su elección.

 

Cultiva un extraño vinculo con dos personajes contrapuestos, Mauricio Macri y Sergio Massa; con el ex presidente se puede advertir una conexión ideológica, con Massa ciertas convivencias que llevan a pensar hasta donde es una opción nacida de forma natural o fue un manera en que el oficialismo quiso debilitar a Juntos por el Cambio alimentando una fuerza que le coma votos en el extremo derecho del arco político y el monstruo se le fue de las manos y les ha comido votos a todos y por todos los lados y extremos.

 

CONCLUSION. No está dicha la última palabra, la misma está en manos de los argentinos el próximo 22 de octubre y eventualmente en noviembre. Nada puede darse por sentado, porque en un escenario tan volátil, todo puede cambiar, como efectivamente ocurrió el 13 de agosto. Sí, debe tomarse debida nota que uno de cada tres argentinos dieron una señal de alerta, y no es poco en un país que está al borde del abismo mientras su clase dirigente sigue de joda mientras el Titanic se hunde.

 

Hasta la próxima.