40 años de Democracia

 

Por sus frutos lo reconoceréis

 

Por Lic. Diego Veliz


El 10 de mayo del 82, me llamó la atención la euforia de mi padre quien junto a la radio esgrimía en alto su puño cerrado.  

 

-¡Lo hundimos, lo hundieron! -  gritó, como una barra brava de la tribuna futbolera.  

 

Se refería al destructor ingles Sheffield.   

 

La guerra de Malvinas cobraba víctimas en ambos bandos; habíamos perdido nuestro emblemático crucero General Belgrano, seguramente para mi viejo – muy joven en ese tiempo – el acontecimiento tenía sabor a venganza.  

 

Con tan solo 6 años celebramos juntos la destrucción de la nave inglesa en el living de mi casa, sin que supiera a ciencia cierta lo que ocurría en ese momento en el país,  de qué se trataba una guerra y menos aún sus consecuencias.  

 

Recuerdo que al día siguiente en la escuela, al esbozar en una hoja un avión bombardeando el buque inglés envuelto en llamas y manifestarlo como un triunfo con mis compañeros del aula, fuimos interrumpidos por nuestra maestra. “-También se trata de vidas humanas” – dijo mirándome, autor del garabato. No he olvidado ese momento.  

 

La derrota en la Guerra de Malvinas frente al Reino Unido terminó de sentenciar al régimen militar, sin alternativas en aquel crucial momento, mediante el decreto -ley 22.847, se convocó a elecciones.  

 

El pasado 30 de octubre recordamos los 40 años de las elecciones de 1983, las que marcaron el inicio de la recuperación de la democracia en nuestro país. Aquel 30 de octubre, contaba con siete años…, mi padre nuevamente levantaba jubiloso el puño por el triunfo del Dr. Raúl Alfonsín; en mi caso, sin saber qué implicaba ese festejo, ni de qué se trataba la democracia, menos aún de sus bondades o de sus vicios.  

 

Han pasado 40 años, y en Argentina ha sucedido de todo, sabemos ya que es un país donde todo puede darse, que junto a Japón somos los países más atípicos del globo. Hemos escuchado y leído las más disímiles reflexiones sobre lo acontecido desde que se reescribe nuestra historia democrática. Comunistas, socialistas, liberales, neoliberales y demás corrientes de pensamiento y…, pienso ¿cómo podría manifestarme al respecto de tantas opiniones? Busco entonces a ese referente con quien festejé el hundimiento del Sheffield y el triunfo de Alfonsín, ya más amigo de la reflexión que del brío colérico de los años mozos, quien días atrás publicó, conmemorando el día internacional de la filosofía “El sufragio”, rescato y comparto parte de ese escrito. 

 

“ …nuestra democracia, la cual, aún con todas sus falencias y lejos de la excelencia exigida, sin lugar a dudas sigue siendo hoy la única opción para pensar que un mejor país es posible.   

En la antigua Grecia, entre la política y la filosofía, se instaló el sofismo, es decir, el arte retórico ejercido por los sofistas para el logro del objetivo buscado, prescindiendo de ser necesario de los ideales éticos-morales del hombre virtuoso”. “Los sofistas son aquellos capaces de hacer ver lo grande como pequeño o lo diminuto como enorme”. El objetivo: convencer. 

 

La educación, la memoria y el ejercicio filosófico reflexivo son los atributos cognitivos que nos permiten discernir sobre aquello que se nos propone.    

 

El sofismo político ha desprestigiado a la ciencia política, casi al extremo de mala palabra, sin embargo, su potencial transformador la convierte en la principal esperanza de progreso social. Al respecto, Aristóteles nos decía que, entre todos los fines de nuestras acciones, existe un fin mayor o definitivo hacia el cual se alinean los fines menores: la Política.

 

Ella administra los saberes y quehaceres que necesitan las ciudades, estando las facultades más valoradas, como la educación, la salud, la economía y la seguridad a ella subordinadas...” 

 

“…El sufragio, esa fugaz instancia de poder, deja a la luz la idiosincrasia de la mayoría y en ella va la suerte de los pueblos.  “Por sus frutos lo reconoceréis”.    

La calidad de los sufragantes hace a la calidad de los dirigentes, ellos a la calidad de las instituciones y éstas, perfilan la República. 

 

Pasaron los días, las urnas hablaron, los sufragantes eligieron un cambio; el correr del tiempo nos dirá sobre la convalecencia de la República.   

 

Una frase retumba en mi mente con fuerza: “Por sus frutos lo reconoceréis”.