LA PAZ MUNDIAL
LA PAZ MUNDIAL
El fracaso de los organismos internacionales como el FMI, el Banco Mundial, la OEA, la ONU y otros, que han sido instrumentos de la dominación del neoliberalismo, se termina reflejando en el incumplimiento de los objetivos prometidos en erradicar la pobreza y el hambre, la cuestión medioambiental, la violencia de género y otros propósitos formulados en las reuniones cumbres realizadas por más de 180 países del mundo contemporáneo.
Los expertos ambientalistas nos muestran una nueva imagen del mundo transformada por la devoción tecnológica y muy a pesar de los signos de nuestro tiempo: El agotamiento de los recursos energéticos, el calentamiento climático, las emisiones de gas y el efecto invernadero, la acidificación de los océanos, el derretimiento de los polos glaciares, la extinción de las especies naturales, entre otros.
Cuando nos preguntamos que implica el ciclo de la pobreza, encontramos que siguen vigentes los mismos indicadores: alto nivel de desocupación, mala instrucción, ocupación mal remunerada, bajos índices de motivación, visión fatalista de la vida, altos índices de alienación y la disociación familiar, entre otros factores. Todos ellos resultan ser los componentes en los cuales se sostiene el malestar de nuestra cultura.
Cuestiones sustanciales de la vida social, como la pobreza extrema, la exclusión social y laboral, el paro, la subocupación, la dependencia que crean los medios de producción enajenados a las grandes corporaciones internacionales y la desigualdad generada por la injusta distribución de las riqueza; ofrecen un panorama desmoralizante para las nuevas generaciones que no encuentran en esta cultura un soporte concreto para su proyecto personal de vida; y su horizonte es solo la anomia y el escepticismo republicano encubierto por el sueño de la libertad absoluta: una utopía liberal.
Resulta de muy difícil tratamiento la cuestión de la Paz mundial, porque no solo está referida a la relación exterior entre los Estados si no que es inherente a la valoración de la Paz que se halla contenida en la cultura particular de cada población. “Lo que vale para los individuos de un Pueblo, vale también para los Pueblos vistos como individuos“ afirmaba Immanuel Kant, mientras subrayaba la importancia de la formación en valores y el respeto por la paz en forma individual, destacando asimismo que “Ningún Estado debe inmiscuirse por la fuerza en el gobierno de otro Estado”.
Lo que nos recuerda que la paz perpetua es el desafío más importante que debe afrontar la racionalidad humana para hacer posible el proyecto Humanista en nuestro presente, y supone un compromiso individual y colectivo: el del ciudadano, el de la Nación Argentina y del Continente Latinoamericano todo. Ello implica superar toda fisura social y todas las grietas existentes .
Sin embargo, el siglo XX mostraría el fracaso de esa racionalidad ilustrada que se orientaba hacia la armonía y el progreso. El mundo se debatiría entonces entre las guerras civiles internas y los conflictos internacionales de Estados; y lejos de planificar una educación en valores, el aparato de propaganda y la cultura de masas terminaron por exaltar la confrontación ideológica en diversos esquemas de contrapunto que solo expresan “La grieta social”, la exclusión y la deshumanización. No la universalidad de los valores y el humanismo.
El imperialismo de occidente, no muy diferente de otros imperialismos, con su retórica de la custodia del orden occidental y la defensa de nuestra forma de vida, funda su actividades expansivas y colonialistas en el argumento único de la guerra contra el terrorismo, reformulando la doctrina de la Pax Romana; que ya sabemos, es la paz interna sostenida en el conflicto con los vecinos, es decir: “La guerra y la xenofobia”.
Estos son los dos rasgos constitutivos que ha sostenido el europeo en su despliegue expansivo y devastador sobre los otros continentes de un modo sistemático y a través de la historia en América, en África, en medio-oriente y en el sudeste asiático.
Tampoco pudimos garantizar nuestros derechos universales con las Democracias Liberales dependientes del imperialismo, pues los dos aspectos de la política liberal, esto es: La libertad individual y la libertad de comercio que sintetizan el ideal del liberalismo y terminan por convencernos de este reduccionismo: “El individuo es libre para realizar toda crítica posible y el dinero es libre para todo tipo de negocios, incluido el negocio de formular la crítica”.
Con ello, el neoliberalismo instala la libertad de prensa como una conquista de la humanidad, toda vez que la prensa le sirva a quien posea el dinero: El signo de este tiempo es la demagogia. Una forma degradada de la Democracia, encubierta en el velo de una libertad utópica.
Así, nuestros políticos solo se ocupan de su imagen externa y popular y de su economía individual, alejados del bien común como finalidad; y la política se transforma en el negocio más rentable de la Democracia, en donde el ciudadano ocupa el lugar del consumidor, que vota y profesa la fe en la libertad virtual de los medios de comunicación.
El liberalismo no logra distinguir el humanismo de la teoría del mercado, y la política es solo una extensión discursiva del individualismo, de su voluntad de poder y de sus intereses al servicio del imperialismo de turno.
El informe anual de la Comisión Provincial por la Memoria; verdadera muestra representativa de una época signada por el Ciclo de la Pobreza y redactado en Agosto de 2019 es un testimonio incontrastable de la desigualdad y el exterminio humano en el sistema carcelario de nuestro país y en las formas escalofriantes del tratamiento inhumano que reflejan: en el sobre-encarcelamiento creciente y la sobrepoblación carcelaria .
La violencia Estatal penitenciaria a través del proceso Penal, la tortura y el maltrato encubierto y sistemáticos, las políticas de salud y el abandono de las personas; todas ellas han sido resumidas en este elocuente pasaje que pertenece a dicho informe: “No hay Paz Social que se pueda construir desde la violencia. No hay Democracia sin Derechos Humanos“.
Consolidar la paz social es el propósito del humanismo de nuestros días. Un programa de transformación de la cultura debe considerar entre sus contenidos la posibilidad concreta del Desarrollo humano en su totalidad, teniendo en cuenta que nuestro mundo ahora se muestra como un lugar inapropiado para la lógica, por estar sometido al dominio y la manipulación de una racionalidad autómata de la prensa y de la robótica; y en el cual el Poder del control mediático y la demagogia son los únicos signos que representan un valor Universal y absoluto.
Muy lejanos a la búsqueda de una existencia autentica propuesto por la Filosofía en donde se revela el verdadero significado de la vida.
Cuestionarse el problema de la paz mundial es preguntarse una vez más: cómo se garantizan los derechos del ciudadano?... la libertad de prensa independiente, la división de poderes o la justa distribución de la renta. Para prevenir la violencia y para restablecer la confianza en el orden público, la paz del mundo es tributaria del estado de derecho de los pueblos y solo se garantiza en el respeto por las leyes y la racionalidad, sin excepción.
La comunidad humana necesita de una nueva universalidad en el derecho y en los valores, pues este mecanismo racional es la única sublimación del instinto posible.
Creo que este es el campo de reflexión en que debemos debatir y en ello consiste el humanismo de nuestro siglo.
Lic. ENRIQUE ROBLES