Incendios en Punilla: Una tragedia ambiental y económica recurrente


En los últimos cinco años, los incendios forestales en la provincia de Córdoba, y en particular en el Departamento Punilla, han sido una preocupación constante debido al aumento en la frecuencia y la intensidad de los fuegos, exacerbados por el cambio climático, la sequía, y las condiciones meteorológicas extremas.

 

El Valle de Punilla ha sido una de las zonas más afectadas. En 2023, casi 8.130 hectáreas fueron arrasadas por incendios en Punilla. Este número es significativo, aunque menor en comparación con 2022, cuando la provincia de Córdoba sufrió incendios que afectaron más de 81.600 hectáreas.

 

Entre las causales se cuentan las sequías prolongadas, las altas temperaturas y los vientos, en amplios tramos de serranía, han generado condiciones ideales para que los incendios se propaguen rápidamente. Punilla, con su vegetación seca y montañosa, ha sido particularmente vulnerable, y los esfuerzos de las brigadas de bomberos y civiles han sido extensos para contener los siniestros.

 

En el primer trimestre de 2024, los incendios forestales continuaron afectando el departamento, aunque a una escala menor.

 

En la provincia, entre enero y marzo de 2024, se registraron 24 incendios forestales que afectaron 1.363 hectáreas en total

 

La tendencia muestra que la temporada de incendios se ha extendido fuera de los meses típicos, lo que indica un desafío continuo para la gestión del riesgo y la protección de las áreas naturales en la región.

 

En los últimos cinco días, la situación de los incendios en la provincia de Córdoba ha sido grave, con múltiples focos activos, especialmente en el Valle de Punilla. Las localidades más afectadas incluyen a Capilla del Monte, Los Cocos, San Esteban y zonas cercanas como Las Gemelas y San Marcos Sierras, donde se han convertido en cenizas algo más de 16.000 héctareas, un 100% más de las afectadas en 2023, y solo estamos al principio de la época de mayor riesgo.    


Estos incendios han generado evacuados y han alcanzado, según la información disponible a unas 21 viviendas. Las condiciones climáticas, con vientos fuertes y sequía, han dificultado el control de las llamas, lo que ha obligado a desplegar más de 600 bomberos junto con aviones hidrantes y helicópteros para combatir los focos.

 

Las autoridades han declarado algunas de estas zonas como áreas de desastre y continúan investigando las causas, con detenciones relacionadas con incendios intencionales. Los vecinos reclaman la urgente declaración de Emergencia Nacional para la zona, aunque el gobernador Martín Llaryora declaró que tal decisión debe tomarla el Presidente.

 

El desastre provocado por los incendios no solo ha destruido infraestructura, sino que también han afectado gravemente a la fauna, la flora nativa y la calidad del aire. Los testimonios de vecinos muestran la gravedad de la situación, ya que el humo ha hecho el aire irrespirable y ha llevado a la autoevacuación de numerosas personas. Las pérdidas son cuantiosas, sin considerar aun la cantidad de animales de cría que han sido afectados   

 

En este contexto nuevamente se escucha hablar de Planes de prevención y manejo del fuego; de implementar más cortafuegos efectivos alrededor de áreas forestales vulnerables y mantener picadas perimetrales para detener la propagación rápida del fuego. Es de esperar que los estudios pertinentes y la coordinación de los efectores se haga realidad en esta ocasión, y no solo queden reflejadas en los medios de comunicación, pasando al olvido tras el impacto del desastre ambiental y económico, ya que no hay que olvidar que las víctimas, en esta región, somos todos, porque uno de los capitales que tenemos ¿teníamos? como atractivo turístico es el marco natural que nos entorna ¿entornaba?.    

 

En los tiempos que atravesamos será oportuno sugerir, con vistas a preservar ese capital, inversiones en tecnologías de monitoreo satelital y sensores en áreas de alto riesgo que podrían alertar a las autoridades antes de que los incendios se descontrolen. La respuesta inmediata es clave en incendios de gran escala como los que han afectado a Punilla

 

Es obvio, que aumentar la cantidad de cuerpos de bomberos, equipos especializados, y recursos como aviones hidrantes y helicópteros para la lucha contra el fuego, será apuntar en el sentido correcto. 

 

En síntesis, los incendios en Córdoba, especialmente en el Valle de Punilla, son el resultado de una combinación de factores climáticos y humanos. Las autoridades deben priorizar la prevención a largo plazo mediante planes de manejo forestal, la inversión en tecnología y la educación comunitaria. Solo a través de una estrategia integral será posible mitigar el impacto de futuros incendios en la región.

 

GRACIAS, así, con mayúsculas, a los bomberos y brigadistas que, a riesgo de su integridad, están trabajando para morigerar el impacto de este verdadero infierno desatado en nuestras serranías.   

 

N.H.