Día de lucha contra la violencia de género
A pesar de los derechos institucionalizados conseguidos, aún hay falta de respuestas
En esta nueva conmemoración del 25 de noviembre como Día de lucha contra la violencia de género, la consigna en general desde el Movimiento NI UNA MENOS es “vivas, libres, desendeudadas y sin hambre nos queremos”, el movimiento nace en el año 2015 siendo representativo, inclusivo y pudiendo canalizar los reclamos de muchas mujeres que dio un redireccionamiento de energía y organización a las demandas de políticas públicas.
Este 25 nos encuentra atravesando el primer año de gestión de Javier Milei, quien ha disuelto las políticas públicas de atención y protección de las mujeres, y con un discurso que pone en duda la problemática de la violencia de género siendo un retroceso cultural en derechos ganados históricamente. Como para reafirmar su posición en su política exterior el pasado 14 de noviembre, Argentina fue el único país del mundo que votó en la Organización de Naciones Unidas (ONU) contra una resolución de condena a la violencia machista en el entorno digital, bajo el argumento de que "la agenda feminista no debe confundirse con otros objetivos" ni sus aliados como Israel y Estados Unidos comprendieron ese voto.
Según ONU en el mundo cada 10 minutos una mujer es víctima de femicidio por alguien que dijo amarla o por un familiar, hay países donde se había logrado un avance en la cual mujeres habían salido a trabajar y estudiar, con regímenes absolutamente patriarcales, volvieron a ser invisibilizadas, vulnerabilizadas y aisladas. A nivel mundial siguen las asimetrías en la desigualdad de ingresos a igual labor menor pago, de la imposición cultural en las tareas de cuidado, los techos de cristal para cubrir cargos importantes y de decisión, etc.
En lo regional, en una reciente consulta pública del Instituto de Políticas Públicas en Derechos Humanos del MERCOSUR (IPPDH), donde participamos más de 100 organizaciones, se discutió específicamente sobre qué estrategias habían incorporado las sociedades civiles de la región para el abordaje de los contextos críticos y de emergencia (pandemia y post pandemia) en materia de: acceso a la alimentación, la salud, la vivienda y el hábitat, el mundo del trabajo y la seguridad social, el medio ambiente, la educación y las políticas de cuidados. En lo que respecta a los cuidados, la pandemia fue un contexto que profundizó globalmente la carga de cuidados, así como también los problemas de reconocimiento hacia las mujeres como las principales encargadas de realizar estas tareas que se ven invisibilizadas. Asimismo, el contexto de encierro por la pandemia COVID-19 agudizó los problemas de violencia de género. La restricción de la movilidad resultó en un aumento de la violencia doméstica, la violencia sexual, las denuncias y la violencia institucional. Además, se evidenció una falta de políticas públicas en asistencia sanitaria y social. Como consecuencia, el homicidio de niñas creció en la región, duplicando las cifras de 2020 y exacerbando los problemas de integridad hacia las mujeres.
En Argentina desde enero hasta octubre hubo 195 femicidios según el Observatorio “Mujeres, disidencias y derechos” se le suma 497 intentos de femicidios y 176 niños, niñas y adolescentes ha quedado sin una madre. Otra realidad es que 7 de cada 10 madres y sus niñeces no reciben la cuota alimentaria, esta forma de violencia económica agota, ver cómo pasan los meses, años y no se logra conseguir respuestas de un sistema judicial que sigue teniendo una mirada patriarcal y adultocéntrico. Como ya lo dijimos en Ecos de Punilla la problemática de vivienda y trabajo acrecienta la pobreza en estas familias.
Por otro lado, el 63 % de las periodistas feministas se dieron de baja en las redes sociales o minimizaron su exposición de sus opiniones o notas a medios por la persecución y hostigamiento de los llamados Trolls, que jaquea el derecho a la libre expresión y la posibilidad de generar debates sobre temas que son complejos y hacen a los fríos números de las estadísticas.
La mayoría de las organizaciones que sostienen a muchas familias en los cotidiano a nivel territorial en esta crisis económica, está sostenido en su mayoría por mujeres, esto ha dado lugar a la desarticulación del movimiento y el desafío, hoy, está en volver al lugar de la centralidad con políticas de género pero sobre todo en espacios de trabajo en red y encuentros.
A pesar de las narrativas vigentes, hay algo que ya no pueden borrar y son los logros construidos en forma colectiva, transformadas en leyes y mantenidas con cada alma donde estamos inmersas en los territorios.
Hemos sorteado crueles gobiernos y oscuras dictaduras, invisibilización histórica y persecuciones, nosotras las mujeres nos hacemos fuertes en las construcciones organizativas que trasformaron a nuestra sociedad, donde pusimos los estándares más altos de derechos humanos en el mundo, y hemos sembrado una inmensa cantidad de jóvenes que no van a ceder a sus derechos, ni dejar de gritar por las que ya no están.
Karina Lucero